Perspectivas numismáticas

1 de julio de 2010

Se podría interpretar el mundo de la numismática desde muy diversas perspectivas, desde la histórica hasta la sociológica, pasando por el filtro de la teoría estética o económica.

El coleccionista auténtico es quien aprecia la moneda más por su valor artístico que por su valor crematístico, histórico o por su rareza. Ya Augusto fue coleccionista de monedas fuera de uso en su tiempo y Luis XIV o los reyes de España compartieron la misma afición y dieron origen a colecciones reales, hoy núcleo de importantes centros numismáticos. El coleccionismo ha salvado infinitas monedas de la fusión aunque debemos tener en cuenta que una pieza separada de su contexto histórico, del lugar y circunstancias de su hallazgo, pierde una parte fundamental de su interés científico.

Para los coleccionistas cada moneda es literalmente una obra de arte y pese a su carácter seriado no existen dos monedas iguales. Sus características de acuñación y conservación hacen que dos tipos idénticos sean totalmente distintos. Muchas monedas griegas se consideran pequeños fragmentos del Partenón. El poeta José María Heredia, al tratar de cantar la belleza inmarcesible, puso como cima a las vírgenes de Siracusa grabadas en plata en las monedas por el cicel de Cimón o Evaineto.

En efecto, la repetición industrial en la fabricación de las monedas les priva de ser un ejemplar único y por lo tanto una obra de arte en el sentido estricto de la palabra; además, por lo exiguo del espacio, el artista no puede plasmar una obra magna. Aparte, la obra original sería el cuño, capaz de batir 10.000 piezas por cuño móvil, en un proceso degenerativo que lo imitará hasta el momento en que la impronta resultante sea tan floja que haya que reemplazarlo por otro nuevo. Pero más restrictivo que el espacio lo ha sido el oficialismo en la moneda, al privarle de libertad al artista, cuya vertiente creadora era secundaria al peso, la ley y otros aspectos.

Acuñación y belleza van parejas en las monedas. Una acuñación nítida debe ser profunda y ello requiere lentitud. Hoy en día, salvo las piezas proof, se tiende a una repetición industrial muy rápida, lo que exige poco relieve y que por ello dota a las monedas de poca profundidad. Estas monedas proof son piezas tratadas de manera especial para conseguir resultados muy atractivos para los coleccionistas. Son las piezas de placer del mundo de hoy, como en su día lo fueron los Cincuentines o Centenes de los Austrias, si bien estos eran de acuñación muy distinta.

A la hora de evaluar la belleza de las monedas entran de lleno los conceptos de acuñación, circulación, color (tono o pátina) y el concepto de brillo original. Todos estos aspectos permiten la graduación numismática, ya sea siguiendo la escala Shelving estadounidense o la escala europea que va del MC al FDC o proof, y al interrelacionarlos con el concepto de rareza nos resulta el concepto de tasación numismática que establece su valor en mercado siguiendo la ley de la oferta y la demanda.

Pocos han sido los que han estudiado a la moneda desde una perspectiva sociológica o antropológica, pese a ser de suma importancia. Nos podemos imaginar perfectamente el tremendo impacto que supuso para la mentalidad de lo social la implantación de la moneda, por ejemplo, tras las conquistas romanas. De manera similar lo había sido en la Grecia clásica, donde nació, o lo será en la América colonizada por los Españoles. Además en un principio la moneda implantada sería como un símbolo de poder y su aceptación por la población local como un reconocimiento a la nueva autoridad vigente. En muchas zonas, y tomamos como ejemplo Gallaecia, el impacto no fue tan drástico debido a la experiencia anterior de sus gentes con el comercio de mercancías acreditadas (conocemos las hacha-moneda en Galicia, por ejemplo) y por su contacto con la moneda griega que traían los comerciantes fenicios y cartagineses que rondaban las costas gallegas. Además su implantación fue lenta y gradual, como lo demuestra el poco circulante romano en Galicia en las primeras décadas del Imperio. Desde la sociología podríamos analizar las connotaciones de riqueza, pobreza, poder y dinero, y relacionarlas con la costumbre o refranes como el del Arcipreste de Hita: “quien no ha dineros no es de sí señor”. Ya Aristóteles nos dijo que la moneda “es hasta un método de evaluación de la justicia distributiva”.

Jean Babelon nos indica que la moneda se comporta como un ser vivo, pues nace, puede reproducirse, y muere tras cumplir su función. Se refiere a la usura, que genera intereses, en sentido aristotélico : “Es una monstruosidad que la moneda, cosa de pura convención, pueda crear moneda, imitando así la obra de la naturaleza y el arte”.

Por ello es absolutamente fascinante lo que nos transmiten las monedas desde que el metal es arrancado de la tierra hasta el momento de su desmonetización o coleccionismo, del porqué de su acuñación, que generalmente obedece a motivos políticos o económicos, al porqué de su desuso y las necesidades humanas que ha satisfecho. Debemos distinguir entre numismático y coleccionista. El primero puede no coleccionar pero desde luego tiene conciencia de lo que significan estos pequeños trozos de metal. En este sentido podríamos decir que el primer numísmata de la Historia fue Aristóteles, por interpretar muchas de las consecuencias que ocasionaron la generalización de la moneda en Grecia desde el siglo VII a. C. De él mismo es esta definición de numismática: “…viene de nomos o ley, porque no existe según la naturaleza sino según la ley. Pero la moneda escapa de su creador y usuarios”. El coleccionista puede no ser numismático, es decir, valora a la moneda en sí sin escuchar la historia oculta en su impronta.

Por Pablo Núñez Meneses

Presidente de ANVAR


Bibliografía

BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio:Introducción a la numismática universal. Madrid. 1987. Istmo.

NÚÑEZ MENESES, Pablo: Los flores de cuño y los sincirculares. Numismática, graduación y conservación. Inédito.

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