La circulación monetaria en la Gallaecia de los siglos III y IV d. C.

13 de julio de 2015

LA CIRCULACIÓN MONETARIA EN LA

GALLAECIA DE LOS SIGLOS III Y IV d. C.

EMILIO PINTO PINTO

CHARLA EN: LUGO NUMISMÁTICO 2015 (8 y 9 de mayo de 2015).


La moneda, es documento metálico que pasa de mano en mano y que nos cuenta muchas historias, es un medio de propaganda que usa el emperador romano para informar a su población. Además, a veces, también indica donde se acuña y durante los siglos propuestos, el numerario encontrado en la Gallaecia es foráneo, acuñado en otras cecas del imperio, a excepción de los denominados radiados hispanos, con lo cual, para entender la moneda que circula en la Gallaecia de finales del alto imperio y comienzos del bajo imperio, tenemos que trasladarnos a la historia general del imperio romano y dentro de la extensa historia de dicho imperio, es el siglo III uno de los más desconocidos y a su vez más interesantes, ya que en él se producen grandes cambios a todos los niveles (social, religioso, político, monetario) que culmina en el siglo IV, es el siglo del final del mundo antiguo y se pone los cimientos de lo que se llamará Edad Media.

El denominado siglo III romano comienza con el ocaso de una dinastía que llevó al imperio al máximo de su explendor, la antoniniana o de los emperadores adoptivos, aunque su último componente no estuvo a la altura de sus antecesores. Con la muerte de este, su sucesor, Pertinax, quiso poner disciplina y orden en el gobierno, pero la corrupción era tal en la guardia pretoriana, que lo asesinaron y pusieron a subasta la púrpura imperial, que se la adjudicó el efímero Didio Juliano, y a continuación supuso la guerra civil, ganándola Septimio Severo. Septimio aunque se basa su poder en el entorno militar, es la última dinastía que se mantiene además sobre la legitimación senatorial y dinástico familiar. Tras la muerte del último de los Severos, Alejandro, da comienzo el periodo denominado “Anarquía militar”, con emperadores de frontera, proclamados por sus tropas principalmente, rudos y crueles, acosados por sus enemigos externos e internos, que en época del reinado en solitario de Galieno casi lleva a la desaparición del imperio. Tras la muerte de este, comienza una recuperación rápida y progresiva del imperio, con emperadores de origen Dálmata que culminará con las grandes reformas a finales de siglo de Diocleciano a todos los niveles.

El comienzo del siglo IV, con el gobierno de 4 (2 augustos y dos cesares) denominado tetrarquía, dura mientras está su fundador, Diocleciano, pero a la retirada de este, empieza una nueva etapa de ascenso al poder, que culminará cuando Constantino I se deshace de sus rivales y funda su dinastía. Le sucederán sus hijos y otros emperadores, de poca importancia, hasta la llegada al poder, casi a finales de siglo, de Teodosio I, con el cual culmina casi todos los cambios producidos desde el comienzo de la llegada de la dinastía Severa, y tras su muerte, se produce ya de hecho la fractura definitiva del imperio en dos.

Pero para entender este proceso de transformación del imperio en la época a la que estoy haciendo referencia, voy a exponer dichos cambios en distintos niveles:

Nivel político

A comienzos del siglo III, el poder político tiene a la cabeza al emperador, que lo comparte junto al senado. Pero es el poder militar quién toma más preponderancia en la vida política, y son ellos, sobre todo la guardia pretoriana que está junto al emperador, quién marca su voluntad. Con la muerte del último de los Severos, Alejandro, en el 235 d C. comienza la denominada etapa de la “Anarquía Militar”, que son las legiones, sobre todo las establecida en los limes, quien nombra al emperador. En comparación con el siglo anterior donde unos 7 emperadores se pasan el poder uno al otro, en este siglo esa cifra se multiplica de forma generosa. Usurpadores aparecen como setas en casi todos los reinados y su poder se mantiene poco tiempo. El emperador con más años de reinado, Galieno, durante su etapa de reinado en solitario, el imperio casi desaparece. Se subleva Póstumo en lo que se denomina el imperio galo-romano (Con las provincias de la Galia, Britania e Hispania), casi al final de su reinado, el reino oriental de Palmira, en un principio aliado, también comienza a independizarse. Es el caos a todos los niveles, el punto de inflexión. Tras la muerte de Galieno, comienza una etapa de recuperación denominada la época de los emperadores Illyrios, que comienza con Claudio II, unifica el imperio Aureliano, y sus reformas marcan el comienzo del final del alto imperio donde el emperador toma todo el poder y el senado queda como figura decorativa de antaño, y es Diocleciano con sus reformas quien da comienzo al bajo imperio. Roma empieza a perder importancia, Diocleciano, durante la tetrarquía (o gobierno de 4, dos augustos y dos césares y durante sólo 20 años) toma como capital Nicomedia y Maximiano Milán. Esta forma de gobierno desaparece tras la abdicación conjunta de Diocleciano y Maximiano, y comienza una rivalidad entre los nuevos gobernadores que culminará con la toma de todo el poder del imperio en manos de Constantino I, que traslada definitivamente la capitalidad del imperio de Roma a Bizancio (rebautizada como Constantinopla) en el 327 d C. El cristianismo toma fuerza también en política, y algunos emperadores tras Constantino I se apoyan en él para ascender al poder, donde sus símbolos aparecen en sus monedas (por ejemplo los usurpadores Magnencio y su hermano Decencio con el Crismón, o Vetranio con su “Hoc signo victor eris”). Juliano II hace un paréntesis cuando toma la púrpara al paganismo, pero los demás emperadores toman el cristianismo para subir al poder, y el hispano Teodosio I se encarga que desaparezca todos los símbolos paganos e impone el cristianismo como religión oficial, y tras su muerte divide el imperio que nunca vuelve a juntarse, y sólo sobrevive durante más de un milenio la parte oriental (el imperio bizantino), mientras la occidental sucumbe en menos de un siglo.

Nivel religioso

A comienzos del siglo III nos encontramos una sociedad politeísta, que acepta todos los cultos de las provincias conquistadas del imperio, con los Severos van cogiendo relevancia cultos orientales. Pero con Aureliano, se pasa a un monoteísmo heliocéntrico en convivencia con los otros dioses que se veneraban. Con Constantino I se empieza a tolerar el monoteísmo cristiano, que convivirá con los otros cultos hasta que Teodosio I la impone como religión oficial del imperio y se persigue a los demás cultos.

Durante los siglos III y IV, el cristianismo fue ganando cada vez más adeptos. El emperador Constantino I convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, que otorgó legitimidad legal al cristianismo en el Imperio romano por primera vez. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión, y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, le presentan como el primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte. Posteriormente, hubo un intento de renovación de la religión romana tradicional a cargo del emperador Juliano II, llamado por los cristianos «El Apóstata», quien fue el último emperador «pagano», pues tras su muerte el cristianismo terminaría de consolidarse. Finalmente, el 27 de febrero de 380, el emperador Teodosio I declaró el cristianismo en su versión ortodoxa la única religión imperial legítima, acabando con el apoyo del Estado a la religión romana tradicional y prohibiendo la adoración pública de los antiguos dioses, y también las otras ramas del cristianismo denominadas herejías, como la difundida por Prisciliano , oriundo de la Gallaecia, que tuvo bastante relevancia.

Todo esto se refleja en el monetario existente de la época. La preponderancia del Sol en el numerario de Aurelio, la deificación de Constantino I tras su muerte, los guiños al paganismo de Juliano II y tras él, los símbolos del cristianismo son ejemplo de ello.

Nivel económico-monetario.

A comienzos del siglo III, el numerario circulante en el imperio está basado en la reforma de Augusto con la ley Julia, con alguna matización, como la reforma de Nerón, predominante en 4 tipos, el aureo (en la moneda de oro), el denario (en la de plata), el sestercio y el as en la del oricalco/bronce, con otras acuñaciones como los quinarios de oro y plata, y múltiplos y submúltiplos del As, y también la acuñación provincial griega. El oro yla plata es potestad del emperador, es decir, es quién lo manda acuñar, y el senado es quién ordena la acuñación del oricalco/bronce, con la famosa marca SC en sus piezas. La reforma de Caracalla, introduce un múltiplo del aureo, el binio, de escasa relevancia, y también un múltiplo del denario, de nombre desconocido, que se caracteriza por llevar la corona radiada, que se le denomina antoniniano, que en un principio no cuajó y desaparece con Alejandro Severo, en el reinado conjunto de Balbino y Pupieno se reintroduce de nuevo, y ya en el reinado de Filipo I desplaza al denario y es la moneda que marca la crisis de este siglo, llegando a pasar a vellón rico a casi cobre en pocos años. En el reinado de Galieno, donde casi desaparece el imperio, el oro se aceptaba al peso, la plata casi desaparece, y las monedas de oricalco y bronce ya ni se acuñan. Aureliano intenta frenar este desmán, incluso hay un amotinamiento de los monetarios, denominado los 7.000 del monte Celio, en la ceca de Roma, se cierra esta durante un tiempo, perdiendo poco a poco la importancia que tenía y se crean otras cecas, y hace una reforma monetaria, donde el senado ya no tiene ninguna relevancia, y es antecedente a la de Diocleciano, veinte años después, que marca el inicio de la amonedación bajoimperial, con la vuelta a la circulación de la plata, y la universalización de la moneda en todo el imperio, desapareciendo la moneda provincial. Aparece el efímero argénteo, de será sustituido por el raro miliarense y la más común silicua, en plata, y el bronce argenteado, el nummus (más conocido por la errónea, para mí, denominación de follis). Constantino I crea el sólido de oro, que sustituye al aureo y es la base del monetario romano bajoimperial y bizantino, e incluso de los pueblos bárbaros. Otras reformas de menor importancia se producen con los demás emperadores, sobre todo en el bronce, y en el oro, en el reinado conjunto de Valentiniano II y Teodosio I, se crea el tremis o tercio de sólido, que es otra pieza que influye más adelante en la acuñación de los pueblos bárbaros, como el visigodo.

Unas acuñaciones interesantes de esta época, que se produce a nivel local en Hispania, son los cobres radiados a nombre de Claudio II y de Galieno, sobre todo, de menor módulo y peso que los oficiales. En un principio se cree que son acuñaciones locales a falta de numerario oficial para las pequeñas transacciones, acuñadas en época de Aureliano. Pero estas piezas también suelen aparecer en tesorillos junto a piezas bajoimperiales, con lo cual también se puede proponer otra teoría que se acuñan ya en época bajoimperial.

La provincia de Gallaecia

En 214 Antonino Caracalla crea la provincia Hispania nova citerior Antoniniana por división de la Tarraconense. Esto supondrá que a los dos conventos galaicos se le añadió un tercero, el Asturicensis, con capital en Asturica Augusta. A mediados del siglo IV la ya provincia Gallaecia vería de nuevo incrementado su territorio con un nuevo convento, el Cluniacensis, con capital en Clunia Sulpicia.

La cohesión social y territorial definida por los celtas en el territorio galaico se mantiene durante toda la romanización. Una importante aportación, que contribuiría a definir la posterior división territorial, es la infraestructura viaria compuesta de puentes y calzadas utilizada para los desplazamientos de tropas y el transporte de mercancías. A lo largo de estas vías hay mansiones y estaciones de descanso para las tropas, que es el germen de numerosas villas que han llegado hasta nuestros días. Si bien existen otras vías secundarias, las principales eran cuatro – numeradas como XVII a XX en el itinerario de Caracalla – y enlazan las ciudades fundadas por Augusto con el resto de los dominios romanos. Estas tres ciudades, Lucus Augusti (Lugo), Bracara Augusta (Braga) y Asturica Augusta (Astorga), pasan a ser la cabecera de los tres ‘conventus’ (Lucensis, Bracarensis y Asturiacensis, respectivamente), que con la reforma de Diocleciano del año 298 quedan unificados bajo una única provincia segregada de la Tarraconensis: Gallaecia. Así pues, fue durante esta época cuando la Gallaecia alcanza sus máximas fronteras, llegando por el oriente hasta las fuentes del río Ebro.

La romanización de la cultura galaica se produce también en la lengua y la religión, si bien de forma inversa. Aunque en la lengua el sustrato gaélico original acabaría disolviéndose en el latín, se mantuvieron las raíces de topónimos y antropónimos. En el caso de la religión, el fenómeno fue el contrario.

Conclusión

En conclusión, la moneda romana en estos siglos que tratamos sufre los cambios que se producen a todos los niveles que hemos visto anteriormente. Es una forma de propaganda con la que cuenta el emperador y sus mandos, y la Gallaecia, aunque es una provincia periférica, la más occidental, pacificada y en fase de romanización, no se libra de esta coyuntura, y las monedas le llegan de las cecas activas del imperio, fuera de su ámbito territorial, exceptuando los radiados anteriormente aludidos, poco estudiados, de los cuales en un futuro próximo se pueda decir que es una moneda autóctona de cecas hispanas, donde, en la teoría, no se acuñaba moneda.

Y por último dar las gracias a todos por estar aquí en este momento tan agradable, a las personas que han hecho que esté aquí en este momento, y los amigos ya sean en persona o en la distancia que me animan y nos ayudamos a través de cualquier medio posible para hacer este mundo de la numismática más interesante.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Y/O UTILIZADA:

- Prontuario de la moneda Romana. F. Álvarez Burgos 2ª Edición. Ed.: Vico & Segarra Editorial

- Compendio de las monedas del imperio romano (Tomos del I al IV). Juan R. Cayón.

- MONEDAS ROMANAS. Dinastía de los Severos (193 – 235 d C). Damián R. Salgado. Ed: Letra Viva.

- MONEDAS ROMANAS. El bajo imperio. Damián R. Salgado. Ed: Letra Viva.

- The Roman Imperial Coniage (R.I.C.). Mattingly H., Sutherland C.H.V. y Carson R.A.G.

- Roman Coins and theirs values. Sear D. R. Ed: Seaby.

- Archivos y Numismática: El Tesoro de aúreos de Duarría (Castro del Rey, Lugo)

- NUMISMA, Depósito monetario de Castro de Viladonga

- NVMMVS SERIE II VOL XXVIII – XXX

- NVMMVS SERIE II VOL XVI – XX

- LVCENTVM XIII – XIV, Tesorillos del siglo III d C. en la Península Ibérica.

- La Gallaecia antigua: Diversidad, Paisaje Rural, Estructura Social y Poblamiento (M. Delgado y M. Grande)

- DIALNET, La villa romana de Arellano.

- DIALNET, Numismática Romana en la Provincia de Lugo

- Las monedas de Bronce en el bajo imperio (346 – 408) Capítulo 8 .- Las imitaciones (María del Mar Royo y Juan José Moreno)

WEB’S CONSULTASA Y/O UTILIZADAS:

- www.tesorillo.com

- http://dougsmith.ancients.info/

- https://es.wikipedia.org/wiki/Gallaecia

- https://es.wikipedia.org/wiki/Prisciliano

-http://aespa.revistas.csic.es/index.php/aespa/article/viewFile/323/324

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